Con implementos de aseo en mano, una sonrisa en su rostro y  Dios en el Corazón, un grupo de moteros adventistas de Cúcuta llegaron a Ureña, un municipio venezolano, ubicado en la frontera con Colombia, para atender necesidades a ciudadanos que sufren el flagelo de las condiciones socio-políticas en la que se encuentran en el vecino país.

Fueron 14 los jóvenes que, motivados por la situación de escasez de los venezolanos, cruzaron la frontera el 5 de enero para llevar esperanza a personas de la tercera edad.

Pero no fue fácil. Aunque en esta ocasión no pudieron llegar a su destino con sus motos, ya que la frontera colombo venezolana se encuentra cerrada, dejaron sus vehículos en un parqueadero cerca al Puente Internacional Francisco de Paula Santander, y allí empezó la travesía.

“Tuvimos que cruzar la frontera de manera estratégica y caminando para que no hubiera ningun inconveniente”, explicó Wilson Enrique López Galvis, presidente del Club Evangelio Sin Frenos. “Las cosas que llevamos tuvimos que pasarlas en dos partes para que la Guardia Venezolana no nos pusiera problema”.

En Venezuela los esperaban otro grupo de personas, quiénes fueron los encargados de acompañarlos hasta la Unidad Gerontológica Pedro María Ureña, donde se encontraban los ancianos.

Finalmente, los kits, las sonrisas y el mensaje de salvación llegaron a este lugar. Los moteros aprovecharon esta oportunidad para unirse en oración, alabar el nombre de Dios por medio del canto  y compartir un refrigerio con cada uno de ellos.

“Esta actividad es un bonito aprendizaje. Podemos ver que hay muchas personas que necesitan, y de lo poco que nosotros tenemos, o de la gestión que podamos hacer, podemos llevar una sonrisa, un alimento, una atención a otras personas”, comentó Wilson.

Mientras este grupo de adventistas compartía con los adultos mayores recordaron la promesa que se encuentra en Proverbios 23:22 que dice: “Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies”. Y así fue. Un versículo que se convirtió en una fuente de riqueza espiritual que llevó a estos jóvenes a comprender y agudizar su sensibilidad  ante las necesidades de las personas de la tercera edad.

Entre tanto, el Club Evangelio Sin Frenos, que decidió innovar en la manera de cumplir con la tarea que Dios les ha encomendado, continuará con el cumplimiento de su misión: compartir el evangelio a aquellos que no lo conocen.

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